
- Papá, debajo de mi cama hay un gusano.
- ¿Sí?¿Y cómo es?
- Pues es verde y naranja, y es venenoso justo en lo naranja.
- ¿Venenoso?¿Y cómo es que no te has muerto?¿No será tóxico solamente?
- Sí, eso, es tóxico.
- Oye, y ese gusano, ¿puedo verlo yo?
- No, tú no, sólo yo.
- ¿Y por qué sólo tú?
- Porque sólo lo ven las niñas pequeñas, bueno, sólo lo puedo ver yo.
- Ah, ya. Bien. ¿Y qué come? Porque debajo de tu cama no hay nada de comer.
- Come pelusas (tócate los cojones, he pensado)
- ¿Y cómo ha llegado ahí?
- Ha venido de África, en el tren que nos llevó a nosotros a Barcelona.
- ¿Y sus padres?¿No tiene hermanos, amigos, primos o algo?
- Sus papás están muertos.
- ¿Porqué?
- No lo sé, no me lo ha dicho.
- ¿Y su familia?¿Porqué no les llama, o vienen a verle?
- No se sabe su móvil.
- Y tu amigo, ¿cómo es?
- Ya te lo he dicho, verde y naranja.
- Pero, ¿es grande o pequeño?
- Es muy pequeñito, así de pequeñito.
- Estoy empezando a pensar que todo lo que me estás contando es mentira, hija. ¿Cómo puedo saber yo que lo que me cuentas no es mentira, y que te lo estás inventando todo?
- No puedes. Es mi amigo invisible.
- Entonces creo que todo es mentira.
- Bueno, sí, pero es mi amigo invisible. No existe y me lo he inventado. Y tú, ¿no tienes amigos invisibles?
- No hija, no tengo.
Y luego la conversación se ha ido por otros derroteros. Pero me ha recordado a la tetera de Russell.
No hay comentarios:
Publicar un comentario