Según la RAE, medicina es:
"Ciencia y arte de precaver y curar las enfermedades del cuerpo humano"
Esta definición es, a mi parecer, un tanto vaga ya que un "arte" que prevé y cura una enfermedad también lo es la homeopatía, por ejemplo. Y sin embargo, dista mucho ésta de ser Medicina.
En el principio de los Humanos, cuando vestíamos con pieles, y aun cuando no éramos más que una rama que se separó del árbol de los primates, no existía la Medicina. Éramos prácticamente simios algo evolucionados, con un cerebro pulsante y con unos cambios biomecánicos que harían que tras cientos de miles de años dominásemos el planeta Tierra.
En aquel tiempo no había médicos, ni chamanes, ni brujos, ni remedios, ni nada. Fuimos bestias en un mundo hostil en el que toda suerte de fieras compitieron con nosotros por el alimento y el espacio en el que conseguirlo. Fuimos escasos y no pocas veces estuvimos al borde de la desaparición, como tantas otras especies. Sencillamente no éramos los más adaptativos a un entorno duro sometido a los rigores del clima. Pero fuimos los más inteligentes, los que cazaban en equipo, los que repartimos tareas, y los que nos dimos cuenta de que en manada nuestros hijos podrían llegar a adultos y engendrar a su vez nuevos humanos, mientras que solos pereceríamos y no quedaría otro camino que la extinción.
En aquel tiempo todo era nuevo, ni siquiera se sabía qué era la Luna, por ejemplo. El disco blanco que asomaba al cielo cada 28 días era un fenómeno que ocurría sin más, no tenía explicación ni nadie se planteaba el pedirla. Sucedía y ya está. Como la lluvia, la sequía, los rayos, las riadas, la primavera, el verano, las migraciones y como la muerte.
La muerte era un fenómeno totalmente natural, tan natural como nacer. Era parte de la vida como lo es hoy aunque nos cueste asimilarlo. Y esta muerte en muchísimas ocasiones no era por causas naturales, sino por heridas infectadas, por accidentes, por enfermedades y porque éramos cazados por animales más fuertes y más peligrosos que nosotros. La esperanza de vida era muy poca. Pero sobrevivimos...¿cómo fue posible?
La respuesta es, tal y como denominó Darwin, la selección natural. La lucha del fuerte contra el débil, del inteligente contra el estúpido, el sano contra el enfermo. Este es el hecho diferencial: "el sano contra el enfermo".
Un homínido fuerte dominaba a un débil, pero ante una simple gripe podía morir como una cucaracha.
Un homínido inteligente manejaba al estúpido, pero si no corría lo suficiente moriría a manos de los lobos.
Pero un homínido sano no contraía enfermedades, sanaba de sus heridas por sí mismo, y si corría lo suficiente como para no ser devorado por los lobos y discurría lo suficiente como para copular con una sola hembra, su estirpe estaba asegurada, mientras que la de los otros moriría con ellos.
De los tres, era el mejor. Era a fin de cuentas el más fuerte, el más inteligente y el mejor genéticamente dotado. Algo tan simple como el puro azar, los miles de millones de combinaciones de genes entre los 23 pares de cromosomas, hizo que una herencia sobreviviese y otra no.
Así, las posteriores generaciones portarían genes más resistentes a las enfermedades, y se hibridarían a su vez con otros homínidos que también lo eran, puesto que los que no ya habían muerto antes.
Así de fácil y así de duro.
Un pequeño monito que contrajese cólera por beber agua estancada moriría a los pocos días, mientras que un compañero suyo que bebe del mismo agua pero no contrae la enfermedad sobrevive.
Un joven simio que en una pelea vence por una hembra, recibe una herida de la que no es capaz de sanar por sí mismo y muere, no transmitirá sus genes poco resistentes a las infecciones. Y el perdedor, que sí fue capaz de sanar de sus heridas, será quien cubra a la hembra la próxima primavera.
Un adulto que ante el ataque de un tigre dientes de sable corría poco porque genéticamente no podía transportar el suficiente oxígeno en sangre, moriría despedazado y jamás transmitiría ya esa tara.
En suma, la resistencia a la enfermedad principalmente, combinada con la suficiente fuerza e inteligencia, hizo de nosotros lo que hoy vemos, el resultado de miles de años de evolución: los humanos genéticamente mejores. Porque la alternativa es muy clara: la muerte y la desaparición para siempre.
Pero de entre todos los que quedaron, los más inteligentes se hicieron un día la gran pregunta: ¿Porqué?
- ¿Porqué la Luna completa su ciclo cada 28 soles?
- ¿Porqué el Sol sale siempre por el mismo sitio?
- ¿Porqué hay estaciones?
- ¿Porqué enfermamos?
Éstos fueron los que sacaron a la Humanidad del período oscuro, de la ignorancia, del hambre, de la muerte como un animal abandonado en una charca esperando que se lo coman los cocodrilos.
Investigaron, pensaron, observaron, miraron más allá que los demás, fueron capaces de ver lo que otros no.
Se dieron cuenta que ciertas plantas curaban, tal vez porque vieron a animales comerlas y pensaron que si las comían ellos les haría parecerse y ser fuertes y así darles caza.
Descubrieron que una herida, por terrible que fuese, si era quemada con ascuas candentes no produciría pus y tras él no moriría su portador.
La Medicina había nacido para quedarse: se basaba en la observación y en la aplicación de lo que tenían alrededor, la Naturaleza. Si un remedio funcionaba, se aplicaba de padres a hijos y ese conocimiento pertenecía ya la tribu, que lo transmitiría a su vez a sus hijos, y a los hijos de sus hijos. La sociedad humana, la mano del hombre comenzaba a ser más fuerte que el puño de Dios. Porque salvaba a niños de la muerte por una diarrea, porque rescataba de la Parca a adultos con heridas que ya no se infectaban. Porque por fin se había inventado la Medicina.
Siglos pasaron y hombres y mujeres de todas las naciones pudieron vivir y contarlo gracias a ella. Ahora es muy difícil morir en un parto, es prácticamente imposible morir de apendicitis, y la viruela ya no existe más que en laboratorios biológicos.
Hombres y mujeres dedicaron su vida a que esto hoy sea posible, a que miles y miles de vidas sean salvadas a diario, enfrente nuestra, sin que casi nos demos cuenta. Tan fácil y tan en silencio que parece que siempre ha sido así.
Una mierda siempre ha sido así.
Aquí, en España, hace tan sólo sesenta años había gente que moría de apendicitis. Jóvenes que de un día para otro presentaban mucha fiebre y morían a los días entre espantosos dolores. Muchas mujeres murieron en partos difíciles que hoy en día son triviales. Niños con heridas infectadas morían como chinches: todo era considerado "normal" o "natural". No había familia que no tendría un niño muerto en su historial si no era alguno más.
Cuando ya nuestros padres comenzaron el éxodo rural hacia las urbes que daban trabajo bien remunerado, sabían todo esto. Sabían, por que siglos de evolución así se lo grabaron, que la alternativa a la enfermedad era la Medicina, porque en el otro lado esperaba la muerte. Por eso nos vacunaron a todos, por eso hubo un sistema sanitario eficiente que hizo que todos los que leemos esto estemos aquí para contarlo, por eso hubo campañas de concienciación para hacernos entender la cruda realidad. Que o nos vacunábamos, o podíamos morir y si teníamos suerte, quedar lisiados de por vida. ¿Quién no ha visto en su niñez adultos con muletas aquejados de la polio?. Hoy la polio en España está completamente erradicada.
Pero, como he dicho antes, este proceso que costó tantas y tantas vidas se ha trivializado, se ha detenido y en cambio ahora lo "natural" es ser sano, fuerte, joven y encima, guapo. No estamos acostumbrados a mirar a la muerte a la cara, ni tan siquiera a la enfermedad. Poca gente ha visto un cadáver, incluso de su propia familia. Al enfermo, sobre todo al senil, se le aparta y se le excluye. Una persona con una discapacidad es vista como discapacitada en todo: se le tiene lástima.
Y en esas condiciones, es muy sencillo que ante un problema que la Medicina no sabe resolver del todo, o peor aún, como a nosotros nos gustase, caigamos en la mal llamada medicina alternativa: homeópatas, osteópatas, curanderos, sanadores y toda suerte de vendedores de algo que es, a mi parecer, muy peligroso.
Porque lo que venden, más allá de productos milagro o tratamientos infalibles para todo, es la idea de que su terapia es tan válida o más que la Medicina, y gente (incluso niños) que debería estar en tratamiento médico por distintas dolencias se encuentra en manos de personas que no sólo no les van a curar más allá del efecto placebo, sino que prescindiendo de los tratamientos prescritos por médicos de verdad están poniendo en peligro su vida, incluso la de los demás como en el caso de los negacionistas de las vacunas.
Estos sanadores de toda condición juegan la carta de naturaleza de sus indicaciones pero obvian-por terrible- lo que la evolución nos ha enseñado y parece habérsenos olvidado: en la naturaleza lo esperable es morir si no eres el genéticamente mejor.
Así pues, puede plantearse la pregunta: ¿se ha detenido la selección natural?¿somos un producto de laboratorio?. En cierto modo, sí. Hoy nacen niños que hace cien años hubiesen muerto en el vientre de sus madres-llevándoselas consigo-, hoy sobrevivimos a la gripe, a la neumonía, incluso a la plaga que asoló los 80 y 90 del siglo pasado: el SIDA.
No han sido curanderos ni charlatanes los que lo han logrado: investigadores y científicos de primer nivel se han encargado de que sea así: ellos son el producto de la nueva selección natural, nuevos y mejores humanos que se apoyaron en hombros de gigantes, como dijese Newton.
No, no es bueno que olvidemos esto.
Porque si no estaremos cruzando la laguna Estigia, y Caronte no dejará jamás que volvamos. Por mucho que hayamos pagado las monedas exigidas.
DESCRIPCIÓN
Tiralalira es un blog que como su propio nombre indica, trata sobre todo en general y nada en particular.
Aquí encontrarás de todo un poco: es mi cajón desastre informático que como en mi cabeza, ideas mil bullen...
Podrás ver gastronomía, deporte, ciencia, entretenimiento, denuncia, cultura, opinión y cualquier otra cosa que me llame la atención, no necesariamente por ese orden.
Por último, el nombre del blog quiere ser un reflejo de la sociedad que tenemos actualmente, en la que ante cualquier situación que no nos afecte directamente, la actitud (salvo honrosas excepciones) suele ser la de silbar mirando para otro lado. Tiralalira, tiralalira.......
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