Marchando un café de la wikicommons |
Hace unos pocos días me di cuenta de que la democracia es perfectamente asimilable a una máquina de café de esas que hay en el trabajo.
El caso es que en mi trabajo teníamos una máquina como la de la foto, no la misma marca pero del estilo. Yo era de los mejores clientes que tenía: unos cuatro incluso cinco cafés al día caían seguro. Cafés, descafeinados, chocolates, capuccinos... Había gran variedad. El precio era bueno (0.40€) y la calidad muy buena, pues cuántas veces habré pagado el triple por cafés mucho peores en cafeterías con cafetera express.
La máquina era mantenida puntualmente todos los lunes, y un técnico venía tanto a reponer género como a retirar la recaudación. Todo perfecto.
Pero un día sin previo aviso, otro técnico que nadie conocía se presentó con una máquina nueva, y retiró la vieja sin más. Casualmente en ese momento yo pasaba por ahí y le pregunté:
- Anda, ¿os lleváis la máquina? Pero si funciona muy bien y hace un café estupendo...
- Sí, pero es que ¿sabes? es una máquina ya vieja. Y va a subir un poco el precio.
- Me parece correcto, pues ya llevábais años manteniendo el precio. Pero, ¿no podíais reprogramar la máquina vieja? Es que hace tan buen café....
- Verás, es que es mejor la máquina nueva. Además, la primera semana no os cobraré pues como es nueva el café sabe un poco raro.
- Bueno. Si tiene que ser así....
El caso es que efectivamente, la primera semana -gratis- el café sabía raro. Y cuando pasó esa semana, el café seguía sabiendo extraño. Y pasó un mes, y otro, y otro.... Pero la calidad del café lejos de mejorar, empeoró mucho.
Extrañado, un día me decidí preguntar a mi jefe acerca de esto, y, tomándose un café recién sacado me dijo: "pero si este café es mejor...". Y se fue dejándome con la palabra en la boca.
Mis compañeros, lo mismo que yo, hacían corros por lo bajini comentando lo malo que era el café, pero nadie dejaba de tomarlo.
Por fin, un día en que ya no pude más, decidí dejar de tomar café en el trabajo. Me negué a seguir tomando esa porquería que era pretendidamente un café. Y empecé a llevarme un termo de mi casa, con las consiguientes -al principio- chanzas de mis compañeros. Además, les indiqué que para mí era una molestia muy grande tener que llevarme de mi casa algo que podía tener en el trabajo por un precio asequible. Y que no sabía cómo podían beber ese agua manchada.
Hace cosa de una semana, le propuse a uno de mis compañeros la siguiente idea:
- Tenemos que dejar de tomar ese café. Imagínate que el técnico viene el lunes a retirar el dinero, y no hay nada. Seguro que se mosqueaba y preguntaría al jefe a ver qué ha pasado. Y si a la semana siguiente le pasase lo mismo, perdería el culo por traernos un café de mejor calidad.
- Es verdad. Deberíamos hacer eso porque este café es malísimo.
- De acuerdo. Yo ya ves que no lo tomo ya. Propón esto mismo a todo el que puedas que yo haré lo mismo.
Efectivamente, al día siguiente me encontré en la máquina con otro compañero y le expuse la conversación. Me miró y se encogió de hombros, pero sacó su café y volvió a su trabajo sin más. Se conformaba con lo que le pusiesen, así fuese brea.
A la tarde, me junté con otro más. Y también le dije lo que pensaba. Y le pareció buena idea, pero me dijo:
- Es mejor no decir nada, porque si decimos algo nos quitarán la máquina.
- Pues tráete un termo, como yo.
- .....
Me di perfecta cuenta de la situación: estaba solo. Mi medida personal de dejar de tomar café no conduciría a nada, y que si peleaba con el jefe por una máquina de café mejor sólo me traería problemas.
En Democracia pasa exactamente igual. Se tiene un sistema de funcionamiento que agrada a la mayoría de los ciudadanos, y de repente unos pocos lo cambian (vg. nuevas leyes). Cuando alguien lo denuncia, puede encontrarse desde gente que directamente le da igual, se conforma así le pisen la cabeza, hasta gente que opina que es mejor no decir nada, no vaya a ser que nos apreten aún más.
Y luego quedamos cuatro descerebraos que aunque nos den por todos sitios, seguimos proponiendo, ideando, moviendo e instigando todo aquello que nos parece bueno no sólo para nosotros, sino para el mayor número de gente posible.
Pues si esperamos que el café mejore de calidad hablando por lo bajini y no haciendo nada entre todos, comeremos mierda durante mil años. Y nos la mereceremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario