Un contrato, según la RAE, es un Pacto o convenio, oral o escrito, entre partes que se obligan sobre materia o cosa determinada, y a cuyo cumplimiento pueden ser compelidas.
Pero también según la RAE, la traición es una Falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener.
Y según las matemáticas más elementales, sumando contrato+traición=sindicato.
Es lo que he sentido cuando escuché estupefacto que nuestro amigo y compañero Cándido Méndez proponía-en determinadas circunstancias-la conversión de un contrato a tiempo completo a uno a tiempo parcial. O sea y en román paladino, si usted trabaja ocho horas, que pueda legalmente su jefe reducirle la jornada a cuatro, ergo cobrar la mitad.
Ahora, y bajando a la arena que es donde están los leones, se me ocurre una situación que puede haberle pasado perfectamente a cualquiera:
Dos personas trabajan en el mismo departamento, o en máquinas idénticas. Ambas personas trabajan ocho horas diarias.
- Una de ellas es un tipo metódico, de los que no levantan la cabeza, con gusto por el trabajo concienzudo y bien hecho. No para un instante y siempre está ocupado. Un buen trabajador en suma.
- La otra persona es también metódica, pero gusta de hacerse preguntas sobre cómo mejorar. Plantea dudas y pide explicaciones de porqué el método es como es, y no de otra forma. En ocasiones introduce cambios por su cuenta dentro de sus posibilidades. A veces está como en babia, aunque también cumple con la producción estipulada.
Tras varios años de trabajo, el primero de ellos sigue como un autómata y sigue con el mismo método con el que comenzó. Sigue trabajando ocho horas diarias a macha martillo.
Sin embargo, el segundo ha cambiado totalmente su forma de trabajar. No utiliza los viejos métodos porque ha desarrollado unos nuevos más eficaces, que le permiten incluso hacer otros trabajos que antes no alcanzaba por falta de tiempo.
Pero ahora hay crisis, y el volumen de producción baja. El primer operario sigue cumpliendo con su cometido en las ocho horas estipuladas, y no le sobra ni un minuto para ducharse. Al segundo en cambio le ha bastado con seis, y estirando mucho el trabajo. Ha sido más eficaz.
Y ahora va el Méndez, Y LO MANDA A SU CASA PORQUE SE PUEDE PRESCINDIR DE ÉL, Y ES BUENO PARA EL EMPLEO.
No, no me vengáis ahora con que el jefe ve esas cosas. A veces precisamente es el jefe quien trabaja como un asno y no ve más allá de sus narices, por algo somos de los menos productivos de Europa.
Consejo: cuidadín amigos. Es lo que hay.
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