Las abejas y la investigación

Es una noticia que ya ha salido a la palestra: las abejas están desapareciendo a nivel mundial.

De unos años a esta parte se ha constatado la desaparición de enjambres de abejas en todo el mundo, e incluso yo mismo conozco casos en persona de gente que tenía colmenas y que o este año o el anterior ya no venden miel como antes, porque "las abejas se han muerto" o "se han ido".
Así dicho no parece excesivamente grave, pero sí lo es cuando confrontamos esto con el dato de que las abejas representan el 70% de la polinización de todos los cultivos. Si una flor no es polinizada, no saca fruto y por ende no existirá la próxima generación.
Hay varias teorías acerca de las razones de este fenómeno, y entre ellas una particularmente interesante: el uso de pesticidas que afectan a la orientación de las abejas hace que las exploradoras, responsables de encontrar nuevas flores de las que extraer el polen, no son capaces de volver al enjambre y con el tiempo, éste muere de inanición.
O sea, que las abejas encargadas de investigar nuevas fuentes de alimentos para la colmena se van del enjambre y no vuelven, condenando a muerte al resto.

En España, con los brutales recortes en investigación, puede que sea lo que nos pase dentro de muy poco, cuando no seamos más que un ejército de camareros esperando a servir a zánganos de colmenas mucho más ricas que la nuestra, donde la investigación es considerada esencial. Y si los zánganos descubren un destino mejor-no muy complicado, por cierto-, moriremos o desapareceremos: nuestros investigadores ya nunca volverán.
Y con los recortes en educación, pronto ya no habrá investigadores que nos saquen del abismo.