"Una de las más famosas leyendas del RMS Titanic es la relativa a su orquesta musical. Durante el hundimiento, los ocho miembros de la banda dirigidos por Wallace Hartley, se situaron en el salón de primera clase en un intento por hacer que los pasajeros no perdieran la calma ni la esperanza. Más tarde continuaron tocando en la parte de popa de la cubierta de botes. La banda no dejó de tocar incluso cuando ya era seguro que el buque se hundiría."
¡Ah, qué gran metáfora!
Tal y como yo lo veo, ahora mismo la situación de España es la del Titanic. Es el exponente, ya caduco, de una gran revolución económica como lo fue el Titanic de la industrial.
Vamos a toda máquina por las aguas heladas del Atlántico Norte y hay icebergs a la vista, pero hemos de avanzar como sea. La gran masa de la población (sí, masa, masa informe) está en los salones bailando y bebiendo alegremente, o en los camarotes de tercera dormitando. El capitán y los suboficiales pasean y se dedican a repartir benévolas sonrisas, instalados en un sueño de grandeza.
Sólo unos pocos están vigilando el mar, más negro y amenazador que nunca, cuando de repente una montaña blanca y con reflejos azules aparece enfrente como un fantasma que ya anuncia nuestro hundimiento, y se produce el impacto: leyes de seguridad ciudadana, recortes de sanidad, educación, prestaciones, reformas laborales salvajes, aborto penado con cárcel....
Nos hundimos, somos un estado fallido, las aguas gélidas cada vez atrapan a más gente pues las barcazas además de insuficientes están reservadas para los de primera clase.....que oyen cómo los de tercera mueren como perros pero no hacen ni una mueca, en pocas horas callarán, hehehe.
Y entonces sale la Orquesta del Titanic: pomposa, con clase, con estilo y cierto aire displicente. No es bueno gritar en esta situación, podríamos alarmarnos. No es conveniente alzar la voz y decir la verdad, que nos habéis asesinado. No hay que gritar, no hay que ser radical, no hay que despreciar al que dice que bajemos la voz con la que defendemos nuestros derechos...sólo nos dejan morir.
Quieren que seamos buenecitos.
Maldita sea, maldito país, malditos sus hijos. No tenemos futuro. Como diría Pérez-Reverte, está en nuestros genes.
Y como diría otro grande:
Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crimenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos.
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