DESCRIPCIÓN

Tiralalira es un blog que como su propio nombre indica, trata sobre todo en general y nada en particular.
Aquí encontrarás de todo un poco: es mi cajón desastre informático que como en mi cabeza, ideas mil bullen...
Podrás ver gastronomía, deporte, ciencia, entretenimiento, denuncia, cultura, opinión y cualquier otra cosa que me llame la atención, no necesariamente por ese orden.

Por último, el nombre del blog quiere ser un reflejo de la sociedad que tenemos actualmente, en la que ante cualquier situación que no nos afecte directamente, la actitud (salvo honrosas excepciones) suele ser la de silbar mirando para otro lado. Tiralalira, tiralalira.......


martes, 24 de diciembre de 2013

Cómo hacer pan casero de verdad

Apresúrate, vete a la tienda y compra:

- 300 grs de harina integral de trigo
- 400 grs de harina de trigo blanca
- 400 ml de agua tibia del grifo
- 15 grs de levadura fresca (un poco más de un dado)
- 1 cucharadita y media de sal normal


Vierte el agua en un bol y echa toda la harina encima. A remover hasta que esté todo bien unido. Será el momento de deshacer la levadura en un poco de agua tibia, y añadimos a la mezcla. Removemos nuevamente un buen rato (como unos 15 minutos, despacito, sin prisas). Removeremos con la mano, que se quedará como la de la Cosa del Pantano.




Cuando esté bien mezclado todo, la consistencia será muy elástica y pegajosa. Será el momento de añadir la sal y mezclar un poco.

Vertemos un poco de aceite en la mesa y amasamos, plegando 12 veces en dos dobleces. Guardamos la masa en un bol y tapamos con un trapo. Este proceso se repite tres veces por lo menos esperando como unos 20 minutos entre vez y vez. Aceitando un poco cada vez, esto además de elasticidad le dará sabor.

Cuando ya hayamos terminado, se enharina un trapo que se deja en un bol, y la masa la plegamos por última vez cogiendo de ocho puntos equidistribuidos de la periferia, y plegándolos al centro arriba, de forma que se nos queda una pelota tensada por abajo. Metemos la pelota en el bol con la parte tensa hacia abajo. Dejamos levar más mientras precalentamos el horno a 250ºC con una bandeja metálica dentro, y un cuenco de barro vacío.

Sacamos la pelota a una bandeja fría con papel de horno, y hacemos un par de cortes que es por donde romperá la masa al hornearse.

Abrimos el horno y vertemos un vaso de agua en el bol de barro, esto creará humedad suficiente para que la corteza salga crujiente.

Y abrimos de nuevo el horno, donde deslizaremos la masa de pan con papel de horno y todo, a la bandeja caliente de dentro del horno.
Los 5 primeros minutos son vitales, pues es donde se hace la corteza. Abrimos de nuevo el horno y vertemos nuevamente agua para hacer vapor, y dejamos hornear hasta que se cumpla el minuto 15 con el pan dentro del horno, que será cuando bajemos la temperatura a 200ºC y dejamos hornear durante 45 minutos más.

El resultado, éste:


Ake mola.....


miércoles, 18 de diciembre de 2013

Redes suciales

Click! Tacatacatacataca. Clic. Tacatatacata. Clic. Clic. 

Fin.

Es el sonido que hace el teclado cuando te das de baja en una red sucial.

Red sucial

1.-Expr. Dícese del conjunto de individuos agrupados en torno a un software que permite el intercambio de información, especialmente chismes, tonterías y frivolidades que no tienen ningún objeto más allá del entretenimiento fugaz.

¡Qué gran pena!¡Qué gran herramienta de comunicación marcada por la ignominia!


domingo, 1 de diciembre de 2013

Viejo

Eres viejo. Lo siento, "chaval", pero eres viejo. ¿Cómo?. ¿Que acabas de cumplir cuarenta años?. Pues eso. Ah. Ya. La experiencia. Pues no, no nos sirve. De hecho, es un punto negativo, porque nos hace falta gente con ganas de aprender. ¿Que tú también las tienes?. No te creemos. Y además no nos fiamos de tí. Podrías llegar a pedirnos derechos. Con la que está cayendo. ¿Qué estudiaste, "chaval"?. Ah. Pues peor. Estás obsoleto. Y te aconsejo que no vayas diciendo esto por ahí.
Y la chica sonrió levantándose, poniendo fin a la entrevista. Los pantalones vaqueros le sentaban como un guante.

Ya. Viejo...Ya. Pues sí pero, ¿sabes?. Si no fuese porque me educaron mejor que a tí, ya te habría llamado gilipollas a la cara. Porque de hecho la tienes. Por creerte toda la sarta de mentiras que te dicen. Tú también eres carne de cañón, subnormal. ¿Cuánto cobras?. Yo hasta hace un mes te doblaba o triplicaba en sueldo y en categoría profesional, boba de los cojones. Pero es que lo mejor de todo es que aunque ahora estés ahí, puede que mañana esté yo diciéndote a quién tienes que seleccionar. Incluso podría pedir tu cese por inútil. ¿cómo te atreves a decirme que mi experiencia no vale de nada?. Te han dicho que me lo digas, ¿verdad?. Esta ciudad es muy pequeña, bonita, y seguro que nos encontraremos de nuevo, quizá en situación muy distinta.
Se levantó tranquilamente y cogió su abrigo sin decir nada. Cogió el pomo de la puerta de cristal y se volvió.
- Y no te creas que a un tío no le hubiese dicho lo mismo, sólo le habría calzao una buena hostia. Por gilipollas.

Edito: tan sólo dos o tres horas después de publicar este post, el Gran Hermano moderno me ha recordado que no me pase de listo, que me está vigilando. Con un banner de publicidad como éste:


Sólo que el pobre no ha entendido que la víctima de malos tratos no es sólo la chica, sino los dos protagonistas de la historia. Y ahora yo mismo que soy vigilado. Y por la misma cosa, una sociedad enloquecida que no sabe adónde va.

martes, 10 de septiembre de 2013

La democracia en una máquina de café (y II)

No ha mucho tiempo (vaya, me ha salido casi el empiece del Quijote) escribía en esta mesma página que la democracia era asimilable a una máquina de café, concretamente la de mi trabajo.
En ella decía que el café era malo de libro, y si bien todo el mundo protestaba, yo era el único que lo hacía públicamente. Pedí ayuda para cambiar esto y todos me dieron la espalda: estaba solo y nada iba a conseguir.
Y por eso decidí el asalto al poder mediante un golpe de Estado. O lo que es lo mismo, hablé con otro de mis jefes y le expuse el problema, pero lo hice sólo mío, como si fuese yo el único que no le gustase el café, aunque dije que a nadie le gustaba pero no lo decían. Le dije claramente que el café que servía la máquina era una porquería. Me escuchó atentamente y, oh milagro, la siguiente vez que vino el que cargaba la cafetera con cápsulas el jefe habló con él y trajo dos tipos nuevos de cápsula, uno de las cuales estaba bastante bien. Ya con el de la máquina convine personalmente qué tipo de café quería yo, y además aproveché para decirle que nadie se iba a quejar porque la gente se bebería brea si se la pusiesen de café.

Y ahora es cuando yo sólo, con un sólo general, he conseguido lo que quería, que no es otra cosa que un café medianamente decente.
No espero que nadie me lo agradezca aunque el fin haya sido bueno, pero no dejo de imaginarme el paralelismo que tiene esta situación a cualquier otra relacionada con decisiones mucho más importantes dentro de la misma empresa, no ya dentro de la política de Estado.

Acordaos, un sólo soldado convence a un solo general. Y los demás, a tragar y a callar. Así nos va.

Coffee Beans (2732722806)
By Harald Hoyer from Schwerin, Germany (Coffee Beans  Uploaded by russavia) [CC-BY-SA-2.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.0)], via Wikimedia Commons, así, del tirón, CTRL+C

sábado, 18 de mayo de 2013

La democracia en una máquina de café

Marchando un café de la wikicommons


Hace unos pocos días me di cuenta de que la democracia es perfectamente asimilable a una máquina de café de esas que hay en el trabajo.

El caso es que en mi trabajo teníamos una máquina como la de la foto, no la misma marca pero del estilo. Yo era de los mejores clientes que tenía: unos cuatro incluso cinco cafés al día caían seguro. Cafés, descafeinados, chocolates, capuccinos... Había gran variedad. El precio era bueno (0.40€) y la calidad muy buena, pues cuántas veces habré pagado el triple por cafés mucho peores en cafeterías con cafetera express.
La máquina era mantenida puntualmente todos los lunes, y un técnico venía tanto a reponer género como a retirar la recaudación. Todo perfecto.

Pero un día sin previo aviso, otro técnico que nadie conocía se presentó con una máquina nueva, y retiró la vieja sin más. Casualmente en ese momento yo pasaba por ahí y le pregunté:
- Anda, ¿os lleváis la máquina? Pero si funciona muy bien y hace un café estupendo...
- Sí, pero es que ¿sabes? es una máquina ya vieja. Y va a subir un poco el precio.
- Me parece correcto, pues ya llevábais años manteniendo el precio. Pero, ¿no podíais reprogramar la máquina vieja? Es que hace tan buen café....
- Verás, es que es mejor la máquina nueva. Además, la primera semana no os cobraré pues como es nueva el café sabe un poco raro.
- Bueno. Si tiene que ser así....

El caso es que efectivamente, la primera semana -gratis- el café sabía raro. Y cuando pasó esa semana, el café seguía sabiendo extraño. Y pasó un mes, y otro, y otro.... Pero la calidad del café lejos de mejorar, empeoró mucho.
Extrañado, un día me decidí preguntar a mi jefe acerca de esto, y, tomándose un café recién sacado me dijo: "pero si este café es mejor...". Y se fue dejándome con la palabra en la boca.
Mis compañeros, lo mismo que yo, hacían corros por lo bajini comentando lo malo que era el café, pero nadie dejaba de tomarlo.

Por fin, un día en que ya no pude más, decidí dejar de tomar café en el trabajo. Me negué a seguir tomando esa porquería que era pretendidamente un café. Y empecé a llevarme un termo de mi casa, con las consiguientes -al principio- chanzas de mis compañeros. Además, les indiqué que para mí era una molestia muy grande tener que llevarme de mi casa algo que podía tener en el trabajo por un precio asequible. Y que no sabía cómo podían beber ese agua manchada.

Hace cosa de una semana, le propuse a uno de mis compañeros la siguiente idea:
- Tenemos que dejar de tomar ese café. Imagínate que el técnico viene el lunes a retirar el dinero, y no hay nada. Seguro que se mosqueaba y preguntaría al jefe a ver qué ha pasado. Y si a la semana siguiente le pasase lo mismo, perdería el culo por traernos un café de mejor calidad.
- Es verdad. Deberíamos hacer eso porque este café es malísimo.
- De acuerdo. Yo ya ves que no lo tomo ya. Propón esto mismo a todo el que puedas que yo haré lo mismo.

Efectivamente, al día siguiente me encontré en la máquina con otro compañero y le expuse la conversación. Me miró y se encogió de hombros, pero sacó su café y volvió a su trabajo sin más. Se conformaba con lo que le pusiesen, así fuese brea.

A la tarde, me junté con otro más. Y también le dije lo que pensaba. Y le pareció buena idea, pero me dijo:
- Es mejor no decir nada, porque si decimos algo nos quitarán la máquina.
- Pues tráete un termo, como yo.
- .....
Me di perfecta cuenta de la situación: estaba solo. Mi medida personal de dejar de tomar café no conduciría a nada, y que si peleaba con el jefe por una máquina de café mejor sólo me traería problemas.

En Democracia pasa exactamente igual. Se tiene un sistema de funcionamiento que agrada a la mayoría de los ciudadanos, y de repente unos pocos lo cambian (vg. nuevas leyes). Cuando alguien lo denuncia, puede encontrarse desde gente que directamente le da igual, se conforma así le pisen la cabeza, hasta gente que opina que es mejor no decir nada, no vaya a ser que nos apreten aún más.
Y luego quedamos cuatro descerebraos que aunque nos den por todos sitios, seguimos proponiendo, ideando, moviendo e instigando todo aquello que nos parece bueno no sólo para nosotros, sino para el mayor número de gente posible.
Pues si esperamos que el café mejore de calidad hablando por lo bajini y no haciendo nada entre todos, comeremos mierda durante mil años. Y nos la mereceremos.



sábado, 27 de abril de 2013

Rosquillas caseras (know-how)

Hace mucho, mucho tiempo, escribí aquí mesmo un post sobre las rosquillas caseras-que por cierto, es de los más visitados-.

Pero, oh amigos, sólo venía una foto del resultado. En su momento no expliqué cómo se hacen (know-how en el idioma de chéspir). Así que ahora es cuando va la buena. Esta receta es fácil a rabiar, barata y no hay ser vivo sobre la Tierra que no le guste.

Al loro y no perdáis ápice, que allá vamos:

A lo primero necesitamos los correspondientes ingredientes:

- 3 huevos de gallina
- anís (no granos de anís, anís líquido)
- 1 sobre de levadura royal
- aceite de oliva
- azúcar
- harina
- 1 vaso y un bol grande





 Con el anís las cadenas salen buenas, pero si le echáis Marie Brizard ya es la leche.

Bien, la medida de todo es el volumen que ocupan los tres huevos, tal que asín:

Fijaos en que he marcado con rotulador hasta dónde le llegan los huevos, je je je.


 Echamos los huevos al bol que tengamos, y la misma medida de los huevos le echamos de anís:

Sale un poco turbio porque aproveché un chupito inacabado que tenía en el frigo desde el día anterior


 Y la misma medida de aceite:




 Y la misma de azúcar:




Bien, todo al bol al que echamos el sobre royal.



Ahora empezamos a batir todo bien batido hasta que quede tal que de esta guisa:



¿Y la harina? Pues ahora es cuando vamos añadiendo harina a pocos a pocos, y vamos removiendo:



Seguimos añadiendo harina poco a poco y la cosa va cogiendo consistencia:



Y llega un momento en que las varillas se doblan de pura resistencia que ofrece la masa, así que utilizaremos una cuchara de acero toledano:



Ahora viene la parte delicada, que es el punto sacto de harina. Iremos añadiendo (y removiendo) hasta que la masa quiera empezar a despegarse de las paredes del bol y verteremos la masa al mármol, previamente enharinado. Es una masa pegajosa y muy dúctil, habrá que manejarla con las manos bien enharinadas.



Y empieza la orgía rosquística, iremos cogiendo pedacitos de masa y formaremos las rosquillas, que dejaremos sobre papel de horno para que no se apeguen.



Y preparamos una auténtica PISCINA de aceite. Esto es necesario pues al freír las rosquillas éstas no deben tocar el fondo de la sartén, pues si no se quemarían. Si tenéis una freidora mejor que mejor.




Preparamos la cadena de montaje en la que destaca la bandeja llena de azúcar que veis. Pues tiene truqui.




A freír se ha dicho. Observad que al dejar las rosquillas sobre el aceite se van al fondo, pero enseguida suben y flotan. Deben hacerse a fuego medio



Y cuando estén por un lado, se les da la vuelta:



Ijjjjjjssssss. Se me han dorado un poco. Las bien hechas de verdad salen sin dorar, por eso es importante regular el fuego a la temperatura exacta, y también el tamaño de la rosquilla influye pues una rosquilla más pequeña se hace en menos tiempo y recibe menos calor. Y si la rosquilla es demasiado gruesa, corremos peligro de que no se cocine bien por dentro.

Bien, ahora viene el truqui del almendruqui. Cuando saquemos las rosquillas debemos echarlas a una bandeja repleta de azúcar para que se pegue bien. Es muy importante hacer esto con las rosquillas muy calientes, pues en frío no se pega el azúcar y saldrán sosas. Sí, nos quemaremos un poquito los dedos.



Y así, con todas las rosquillas que nos salgan. Que vive Dios, no son escasas. Conforme vamos rebozando en azúcar unas, se van friendo otras y hay que darles vuelta en la sartén. En un no parar.




Y por fin, el resultado ya mítico:



Por DIOS!!!! Estas rosquillas no se consiguen por ahí ni pagando mucho dinero, ni en textura ni en sabor. Receta 100% casera a tope de toda la vida.

Por la mañanita del domingo, con una copita de anís, y ya pueden venir los almogávares que os va a dar igual. Podéis morir con la conciencia tranquila de haberlo hecho todo en esta vida.


sábado, 13 de abril de 2013

Vendrás a contarme tus miserias...y me cago en el amor

Ya será demasiado tarde, no sólo para ti, lo será para todos.

Cuando tu hijo quede lisiado por no haber sido diagnosticado a tiempo
Cuando tengas que malvender lo que tanto tiempo te ha costado conseguir
Cuando tu jefe te apriete las clavijas y tengas que tragar con lágrimas en los ojos
Cuando te quedes en paro y no sepas ya a quién contar tus penas
Cuando veas que has trabajado como un mulo toda tu vida y no tienes nada sino deudas
Cuando ya no puedas pagarles los estudios a tus hijos y les condenes a la servidumbre
Cuando recurras a tus padres, ancianos ya, suplicando limosna y no puedas mirarles a la cara
Cuando todos tus motivos junto con tu altanería se hayan ido y te quede sólo la realidad

Entonces vendrás a contarme tus miserias.

Pero yo no seré como tú fuiste conmigo porque yo no te despreciaré. No te miraré por encima del hombro ni pensaré que eres un desgraciado. No me reiré de tí por soñar un mundo distinto. No te abandonaré a tu suerte ni proclamaré a los cuatro vientos tus ideas mofándome de ellas.

Porque en ti te reconozco a mí. Porque a pesar de todo eres mi amigo y eres mi hermano. Porque por encima de todo nos tenemos los unos a los otros y eso es lo que de verdad importa. Porque de verdad creo, ingenuamente, que todos somos iguales.

Pero ya será demasiado tarde. Y la misericordia no te salvará porque yo estaré igual que tú, ya seremos iguales, pero por debajo. Te hundirás y yo contigo. Nos habrás ahogado a los dos; moriremos como el socorrista que es aferrado por el nadador inconsciente que piensa que la fuerte resaca no lo llevará al fondo.

Me cago en el amor.



viernes, 22 de marzo de 2013

Croquetas de jamón caseras (y II)

Tranquil, Josep María. Ya estoy aquí.

Bueeeeno. Ya ha pasado un día entero (bueno, dos, pero ayer estaba doblao como para colgar las fotos y lo hago hoy) y ya tenemos la masa de las croquetas a punto.

 Sacamos la masa del frigo y... ARGH!
 
Algún hurón ha metido el morro aquí, voto a bríos

Bueno, nada importante. Cosas de los "duendes" del frigorífico.

Necesitaremos huevos y pan rallado, y una sartén con una generosa cantidad de aceite.

Lo primero es preparar la encimera cual línea de montaje de fábrica, tal que de esta guisa.:



Y ya con todo preparado, con todos los aparamentajes desde la materia prima, los productos intermedios, las ramientas y el ensamblaje final, como se ve aquí:



El proceso es el que sigue:
- Con las dos cucharas sacamos un poco de masa y le damos forma
- Pasamos la croqueta semielaborada al huevo y volteamos con los tenedores
- Pasamos la croqueta con huevo al pan rallado
- Echamos con la mano el pan rallado sobre la croqueta y la envolvemos bien, y damos forma definitiva.

Así, sin mancharse ni un pelín, se hacen las croquetas en un periquete. Nada de dedos como el palo de un gallinero, como si hubiésemos metido las manos en engrudo y luego en serrín. El truco es no tocar ni la masa ni el huevo, y el pan rallado no mancha ni se pega.

Por lo que aquí tenemos las primeras de la clase...



Y cómo no, todas sus amigas:



Tiempo total, más o menos una hora. Algo menos. Y ahora a freír en una PISCINA de aceite. Yo uso de oliva pero el girasol aquí también puede usarse, así la croqueta sabrá más a croqueta. A fuego suave, porque si no quemaremos el rebozado, y si es muy flojo las croquetas se rompen. Yo, al 5 de mi vitro.



Meeeeedia vuelta, ¡AR!



Como veis, he preparado el final de cadena en forma de plato cubierto con papel de cocina, para que termine de absorber todo el aceite que sueltan tras sacarlas...


El huevo que ha sobrado de rebozar lo he hecho en tortilla, y estaba de rechupete.

Y ahora viene lo bueno.....¡¡¡ÑAKA!!!!



CO-JO-NU-DAS. Me han salido supremas que te inclinas, con el toque de la nuez moscada. Mmmmmmmhh. La masa muy suave, el jamoncito y el huevo duro crocantitos. La verdad es que yo creo que son las mejores que he hecho en mucho tiempo, lo prometo.

Así que ya sabéis, por dos duros podéis quedar como un general de la 8ª División Aerotransportada de los Marines. Receta para sorprender a propios y extraños.

martes, 19 de marzo de 2013

Croquetas de jamón caseras (I)

Bien amigos del pernil ibérico, aquí estoy de nuevo dispuesto a satisfacer vuestros instintos más bajos de la manera más rastrera posible, o sea dándoos una receta propia de Dioses más que de humanos.

Tiene las características de la buena cocina tradicional: barato, ingredientes sencillos y riquísimo. Y gusta a todos: grandes y pequeños, ricos y pobres, jóvenes y viejos.

Así que allá vamos. Necesitaremos:
- 150 grs de jamón, no necesariamente caro. Puede ser del hiper.
- 2 huevos
- 150 grs de mantequilla
- 1 cebolla mediana
- 1 diente de ajo
- 150 grs de harina
- 1 litro de leche
- sal, pimienta y si queremos quedar como el mismísimo Zeus, un poco de nuez moscada.


 Al tajo:

Ponemos a calentar la leche con un poco de sal y pimienta, y ponemos a cocer los huevos (pa no iniciados, 12 minutos desde que empiezan a hervir)




Aquí tenemos parte de los ingredientes que esperan su turno, empezando por la mantequilla:



La ponemos a derretir a fuego suave, porque si no se quemará y saldrá con un sabor fuerte que arruinaría el plato.



Mientras, vamos picando la cebolla y el ajo, con el jamón esperando su turno:



Pochamos la cebolla y el ajo, removiendo de vez en cuando:




Y la cosa ya va cogiendo su colorcillo:



El aroma que sube ya despierta pasiones escondidas, y más si son las siete de la tarde y tenemos la comida ya en los pies.
Aprovechamos mientras se cocina a trocear el jamón, en taquitos más o menos finos:



Y vamos preparando el resto de ingredientes, la nuez moscada y la harina:




Salteamos en otra sartén el jamón, a fuego fuerte. Reservaremos.



A estas alturas, los huevos ya se han cocido y los hemos pelado y todo:


Troceamos al gusto:


Ahora empieza la fiesta croqueteril: la cebolla ya está cocinada (hemos ido probando), y le añadimos la harina:



Ahora toca remover amigos, así que durante dos o tres minutos iremos dorando la harina para quitarle el gusto a crudo. Nos quedará una pasta más o menos sólida y sin grumos, tal como ésto:



Y añadimos la leche, que no dejaremos que haya hervido. Echamos encima y a remover....



Otia, que difícil es esto y qué poco espacio tengo. Y encima con una cuchara no voy a hacer más que el ridículo....cambio de perolo:



Joder qué cambio, ni punto de comparación. Batimos con las varillas (que además podían rayar el antiadherente de la sartén) y la cosa coge consistencia a ojos vista. Añadiremos el jamón que teníamos reservado sin dejar de remover.



Y tras remover bien, añadimos el huevo picado:



Y seguimos removiendo, a fuego muy suave para evitar agarrones en el fondo de la olla. Venga que casi lo tenemos. Ahora viene el toque maestro: comprobamos de sal y le damos un espolvoreo pequeño de nuez moscada.



Y voilá. Ya tenemos la masa hecha. Mmmmmmmmm, han salido en su punto. Suavecitas y con el puntito de la nuez moscada. Ahora toca verter la masa en una fuente:



Y la envolveremos en papel flín, cuidando bien de cubrir los bordes, para que la masa no se seque.



Bien, hasta aquí la primera parte. Ahora la masa debe ir al frigo y tirarse la noche entera ahí, para que coja consistencia. Mañana formaremos las croquetas y las freiremos, así que ¡hasta mañana!