DESCRIPCIÓN

Tiralalira es un blog que como su propio nombre indica, trata sobre todo en general y nada en particular.
Aquí encontrarás de todo un poco: es mi cajón desastre informático que como en mi cabeza, ideas mil bullen...
Podrás ver gastronomía, deporte, ciencia, entretenimiento, denuncia, cultura, opinión y cualquier otra cosa que me llame la atención, no necesariamente por ese orden.

Por último, el nombre del blog quiere ser un reflejo de la sociedad que tenemos actualmente, en la que ante cualquier situación que no nos afecte directamente, la actitud (salvo honrosas excepciones) suele ser la de silbar mirando para otro lado. Tiralalira, tiralalira.......


domingo, 28 de noviembre de 2010

Ser pobre

Yo siempre he considerado que un pobre es una persona que, además de no tener dinero, tampoco tiene la posibilidad de llegar a tenerlo.
Cuando digo dinero, digo el dinero que paga ropa decente, tres comidas calientes al día, y poder dormir bajo techo. En mi infancia venían de puerta en puerta a pedir un duro (cinco pesetas: tres céntimos para los nuevos) para comprarse algo de comida o pagarse un vaso de vino. Muchos, por no decir todos, eran hombres mayores, generalmente con ropas viejas y sucias, con zapatos rotos por todos lados, y con pelo revuelto y barba de muchos días. Desde el fondo de una voz rota por innumerables copas de anís o coñac barato, pedían por favor la caridad de unas almas que en ocasiones sí daban lo que se pedía.
Todavía me acuerdo cómo descubrí, con pavor, que en el mundo no todos los niños eran como yo. Mi padre me explicó que existían países más allá de mi imaginación incluso, en los que había niños que no tenían para comer, ni zapatillas para calzarse, ni colegio, ni televisión, ni nada de todo lo que yo sí tenía. Eran pobres. Y que yo era un afortunado por tener todo eso, y que era bueno que lo supiese.

Hoy he ido al supermercado a comprar carne, con algo de prisa. He aparcado el coche y he apretado el paso, pues hacía bastante frío. Sin llegar a levantar la vista del todo, he intuido una silueta que se recortaba en la puerta del comercio. Un pobre. Y cuando iba a entrar, le he mirado a los ojos y él a mí. También era un hombre. Pero mucho más joven que yo, mejor afeitado que yo, y con ropa que no era precisamente la de un necesitado. Y con un pequeño recipiente de plástico donde recoger la limosna.
Ha sido sólo un instante pero con la mirada nos hemos dicho todo:
- "Sí, tú, habitante del primer mundo, me miras desde tu pedestal mientras yo estoy aquí esperando a que me eches tus migajas"
- "Sí, tú, joven descarado, con tu fuerza, juventud y ganas puedes comerte el mundo, y estás aquí, pasando frío y vergüenza y ni siquiera te importa"

Cuando estaba en la cola del super, he visto que estaba en el mismo sitio, hablando tranquilamente con un móvil. Y cuando salía, he ido directo al coche sin escuchar lo que musitaba para pedirme la voluntad. Seguramente me decía la generación a la que pertenece su móvil, probablemente mayor a la del mío, y muy lejana a la de los pobres que yo conocí en mi infancia.

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