Llevo mucho mucho tiempo intentando hacer una receta que por simple que parezca, es de las que más se me están resistiendo. Se trata de hacer pan en casa. Tan fácil como eso, a simple vista.
Porque la cosa no es hacer un mazacote de harina cocida en el horno, sino que lo que quiero conseguir (dentro de las lógicas limitaciones) es un pan casero de verdad, con textura y sabor como los de pueblo.
He hecho muchas intentonas, y en todas he fracasado, a pesar de que me han dicho que el resultado era muy bueno varias veces. Lo que ocurre es que yo comparo mi pan con pan hecho por panaderos de varias generaciones, y claro, pues no es lo mismo ni de lejos. Además, a mí me gusta el pan tal cual, comérmelo solo, y saborear esa cosa tan simple como harina con levadura, agua y sal. Y sin embargo es tan difícil conseguirlo....
Empecé por mezclar en proporciones más o menos universales la harina con el agua, y con la levadura y la sal, obteniendo pan como éste:
Que la verdad, estaba más duro que la cabeza de Díaz Ferrán. Había que seguir haciendo pruebas, añadiendo más agua al asunto.
Y salió este otro pan, ya por lo menos comestible, pero con la corteza un tanto psé.
No desistí en el asunto siguiendo en la misma línea, cambiando temperaturas de horno esta vez, pero los resultados fueron similares:
Esta vez la miga era mejor, y la corteza había mejorado algo, pero no era el pan que yo pensaba. Hubo que volver a amasar, con un resultado parecido (esta vez añadí algo de aceite de oliva en la elaboración y también en la posterior degustación)
Pero seguía sin gustarme del todo. Y yo no me doy tan fácil por vencido. Manos a la masa. Esta vez sí, la pinta ya había mejorado bastante, y la textura también. Aquí ya hice varios cambios a la vez, en plan kamikaze del pan.
Pero no me sentía aún satisfecho del todo, yo buscaba el pan de pueblo, el auténtico, el pan de toda la vida, el que se lleva haciendo generaciones enteras... pan como éste, de panadería de siempre, con ese olor a pan recién hecho y a horno de leña.
Esto que veis son tres hogazas auténticas y una torta de aceite a la que no pude resistirme y le hinqué el diente antes de hacer la foto. Este tipo de pan lo conozco desde que tengo uso de razón y no me canso de comerlo, quizá en parte porque sólo lo hago contadas veces al año.
La vez siguiente hice otra variante suicida, que fue poner el horno a tope y me salió un pan que aunque la pinta no es muy buena, de sabor sí estaba bastante bien, y la miga era hueca, como a mí me gusta, con esos ojos que hacen que el pan sea liviano.
Hasta probé con un pan integral, que regalé a un amigo. Y la pinta no podía ser mejor, a juzgar por la foto.
Este no llegué a catarlo, pero imagino que estaba muy bueno. Fue hecho a medias con harina blanca y harina integral. Fijaos cómo ha abierto brecha la miga en la pugna por salir al expandirse.
Y por fin llegamos a mi último pan, de los mejores que he hecho, y a falta de una ligera mejora que creo que va a ser la casi definitiva. Lo que cambié respecto de los anteriores fue el tiempo de fermentación de la masa, consiguiendo esto que véis.
El color blanco no es la corteza, es harina con la que espolvoreé el pan para hacerle un efecto rústico al hornear. Muy buen pan, buena corteza y miga aceptable.
Y no quiero terminar este post sin antes enseñaros un horno (que descubrí hace pocos años en la casa de mi madre, en el pueblo) de los de antes. Un horno de verdad, de bóveda, con mil masas e historias que contar, pero que me temo nunca volverá a hacer pan pues está en una buhardilla con casi más telarañas que años.
En este horno se amasaba una vez a la semana; grupos de mujeres del pueblo que se reunían para hacer el pan y contarse sus cosas durante toda una tarde, esas tardes eternas de invierno en el Pirineo, con muchos grados bajo cero fuera y esos panes calentitos que salían de ahí, esperando a ser devorados al día siguiente por esa corte de niños y niñas que no sospechaban que sus futuros hijos no volverían a probar ese auténtico tesoro que es el pan de verdad.
Pero yo me he propuesto hacerlo.....
DESCRIPCIÓN
Tiralalira es un blog que como su propio nombre indica, trata sobre todo en general y nada en particular.
Aquí encontrarás de todo un poco: es mi cajón desastre informático que como en mi cabeza, ideas mil bullen...
Podrás ver gastronomía, deporte, ciencia, entretenimiento, denuncia, cultura, opinión y cualquier otra cosa que me llame la atención, no necesariamente por ese orden.
Por último, el nombre del blog quiere ser un reflejo de la sociedad que tenemos actualmente, en la que ante cualquier situación que no nos afecte directamente, la actitud (salvo honrosas excepciones) suele ser la de silbar mirando para otro lado. Tiralalira, tiralalira.......
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qué buen pinta !!!
ResponderEliminarqué sorpresa con la foto, la verdad que ni me acordaba cómo era ...